William Ortiz es un investigador colombiano que reside y trabaja en Pittsburgh (Pensilvania, Estados Unidos), también conocida como la capital robótica del mundo. Ortiz es presidente de ALIAR, la Asociación Latinoamericana de Inteligencia Artificial y Robótica.
Pregunta: ¿Por qué Pittsburgh es llamada la capital robótica del mundo?
Respuesta: Pittsburgh tiene una historia muy interesante. En su momento, fue el centro de la producción de acero que construyó casi el 80% de Norteamérica. Sin embargo, en los años 70, la industria del acero se trasladó a Oriente, lo que llevó a la quiebra de la ciudad. Más de 300 mil familias tuvieron que abandonar Pittsburgh, ya que su economía dependía casi por completo de esta industria. Es comparable a lo que ocurriría si Orlando perdiera sus parques temáticos: la ciudad colapsaría.
Ante esta crisis, Pittsburgh tomó una decisión clave: aprovechar las fortalezas de sus universidades, como Carnegie Mellon y la Universidad de Pittsburgh, que ya estaban destacándose en investigaciones avanzadas. Estas instituciones comenzaron a colaborar estrechamente con las empresas, lo que marcó el inicio de una nueva era para la ciudad, basada en la tecnología de vanguardia.
Carnegie Mellon, por ejemplo, ha estado trabajando en inteligencia artificial desde 1965, y sus avances han sido notables. Esto condujo a la creación de nuevos ecosistemas tecnológicos en la ciudad. Actualmente, el más destacado es el Pittsburgh Robotic Network, fundado hace nueve años con la ambición de convertir a Pittsburgh en la capital mundial de la robótica en diez años. Sorprendentemente, lograron este objetivo en solo nueve años.
¿Cuál es tu relación con los robots?
Muy bien, muy bien. Hay un profundo respeto mutuo, ¿no es cierto? Creo que es fundamental amar y respetar lo que haces en tu trabajo. Con los robots colaborativos, o cobots, la interacción diaria es inevitable, tanto en mi día a día como en la sociedad. Nos llevamos bien, comprendemos sus capacidades y, por supuesto, sus debilidades. Trabajamos continuamente en mejorar esas debilidades, pero existe una coacción que la sociedad está comenzando a notar cada vez más.
¿Cómo percibes el impacto de la robótica en la vida cotidiana de las personas? Por ahora, muchos solo conocen los robots que limpian la casa, pero hay otros que responden y que hablan. ¿Cómo ves este tema desde Pittsburgh y cómo imaginas el futuro cercano?
Aquí en Pittsburgh, tenemos 160 compañías robóticas, todas concentradas en un área de aproximadamente dos millas y media de radio. Puedes imaginar que mientras caminas por un campus universitario, es común que un robot te pida permiso para entregar una pizza; eso es literalmente lo que sucede en las universidades o en los hoteles. La presencia de robots ya es inevitable y está aquí para quedarse. Los vemos en los hogares y en los espacios públicos, pero también los vemos realizando cirugías y trabajando en seguridad. Cada día interactúan más con nosotros.
¿Lo aceptamos o no? Es inevitable, y debemos dar espacio a este cambio porque, indiscutiblemente, veremos cada vez más de ellos en nuestro entorno.
¿Y en qué medida los robots? Porque hay muchos tipos de robots desde nanorobots a robots androides totalmente, pero te pregunto por eso el robot antropomorfo o androide ¿En qué nivel está o eso no progresará necesariamente?
No, de hecho, en la Universidad Carnegie Mellon, que actualmente es la número uno en robótica a nivel mundial, están planeando un campeonato mundial de robots para 2025. ¿Qué nos indica esto? No es que los robots vayan a apoderarse del fútbol, sino que se está desarrollando una tecnología que crea máquinas más versátiles, inteligentes y con una mayor capacidad de tomar decisiones. Esto alivia a los seres humanos de muchas cargas.
Cuando trabajamos con personas, enfrentamos un alto nivel de riesgo porque estamos condicionados por emociones, prejuicios y valores, lo que puede sesgar nuestras decisiones. Los robots, en cambio, no tienen ese problema. Por lo tanto, este es un avance significativo, donde las máquinas están completamente entrenadas y son capaces de tomar decisiones sin las limitaciones que afectan a los humanos, actuando de acuerdo a su programación.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las empresas dedicadas a la investigación y desarrollo de tecnología robótica?
Hay varios desafíos, Tomás, muchos. Pero creo que uno de los más importantes en este momento es la creación de estructuras robóticas inteligentes de manera estandarizada, a bajo costo y con eficiencia, logrando un equilibrio entre innovación y seguridad.
Este es un reto considerable, porque aunque puedas desarrollar un equipo robótico espectacular para beneficio humano, si su costo es prohibitivo, no será accesible. Otro gran desafío es la formación de talento. Crear estructuras robóticas inteligentes es solo el primer paso; es crucial también formar a las personas que serán responsables de su mantenimiento y operación. Esta transición de talento es fundamental para asegurar que estos equipos puedan funcionar de manera sostenible en el tiempo. Estos son desafíos significativos.
Antes comentabas que el robot está libre de prejuicios, pero la robótica, que depende de la inteligencia artificial, sí tiene sesgos. ¿Cómo estáis trabajando en eso para intentar evitar el sesgo y hacerla absolutamente libre de prejuicios?
Es un dilema y un desafío global en este momento. Nosotros no estamos del todo de acuerdo con que algunos países comiencen a desarrollar inteligencia artificial en este momento. Aquí, hemos estado trabajando en inteligencia artificial desde 1965, y aún falta mucha data. Entiendo que hay euforia y emoción, y la actitud de «hagámoslo», pero ¿estamos realmente preparados para ello? ¿Nuestra mente está lista? En nuestro corazón, sí, queremos progresar y mostrar avances, pero ¿estamos realmente centrados? ¿Conocemos nuestros sesgos? Y la respuesta es no.
Para desarrollar este tipo de tecnología, necesitas un equipo multidisciplinario. No solo ingenieros, sino también filósofos, biólogos, teólogos. Debemos reunirnos y encontrar una manera de avanzar que nos lleve a un equilibrio.
Ya que mencionas la teología, hablemos de ética. ¿Cómo se relacionan la robótica y la ética?
Este es otro de los problemas que surgen, especialmente en una disciplina como la robótica, que interactúa directamente con nosotros. Déjame contarte una experiencia de hace unos 18 años. Cuando estábamos trabajando en la impresión 3D en metal, podíamos imprimir el tambor de un revólver calibre 38 en unas cuatro horas. Sin embargo, una prótesis de brazo tardaba alrededor de 15 horas en imprimirse. Curiosamente, comercialmente, el tambor del revólver tenía más demanda que la prótesis. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Producimos armas o prótesis? Aquí es donde entra en juego la ética, los valores como ser humano, como ingeniero, como profesional. ¿Qué es lo que voy a aportar a la sociedad?
Hay muchísimo trabajo por hacer en este sentido. He visto casos de jóvenes de 15 o 16 años que hackean su propio colegio para alterar las notas de sus asignaturas. ¿Qué vemos? Jóvenes brillantes, arriesgados, inteligentes, pero con valores deficientes. Y las tecnologías no se desarrollan para eso. Nosotros no desarrollamos tecnología con ese propósito.
Los robots ya forman parte integral de los procesos de fabricación en las cadenas de montaje. ¿Estamos en una situación donde los robots fabrican otros robots? ¿Estamos entrando en un ciclo en el que los robots podrían llegar a independizarse, encerrarse en sus fábricas y autoconstruirse sin intervención humana?
Sí, actualmente se utilizan robots para construir otros robots, de la misma manera en que podemos imprimir las piezas para una impresora 3D. Ese es el principio. Los robots están ganando cada vez más autonomía gracias a su creciente capacidad de procesamiento de datos, lo que les permite analizar su entorno, aprender de él y tomar decisiones.
Hasta aquí, todo está bajo control. Sin embargo, la idea de que ellos mismos lleguen a autogenerarse de manera completamente independiente aún está muy lejos. Vamos a llegar allí eventualmente, pero es una pregunta muy delicada y arriesgada de responder en este momento.
¿Qué avances tecnológicos en robótica e inteligencia artificial podemos esperar a corto y medio plazo?
Aquí en Pittsburgh, el próximo año se lanzarán camiones de carga autónomos. Ya no estamos hablando solo de automóviles o drones, sino de camiones de carga que transportarán alimentos, dinero en efectivo y otros bienes, todo a nivel comercial. Lo que mencionas es absolutamente cierto.
También tenemos robots que ya realizan cirugías en cuerpos humanos y robots que, a nivel nanométrico, pueden trabajar dentro de nuestro cuerpo. Estos avances permiten procesar datos mucho más rápido y tomar decisiones de manera más ágil.
En cuanto a regulación y legislación, que es un tema que preocupa en Europa, es un asunto muy delicado. ¿Cómo crees que deberían de responder los gobiernos a este rápido avance de la robótica y la IA?
Es un tema muy delicado. Las tecnologías se desarrollan para fomentar la inclusión y cerrar brechas entre sociedades, pero los gobiernos están trabajando de manera dispersa. Mientras tanto, la tecnología avanza a gran velocidad y no conoce fronteras. La inteligencia artificial puede operar aquí en España, en Alemania o en África, pero los gobiernos no siempre están preparados para esta realidad. Deberían unirse para trazar un camino común, porque no es lo mismo desarrollar inteligencia artificial para África que para Alemania, aunque se trate de la misma tecnología. La pregunta es: ¿cómo la va a utilizar cada país y qué nivel de conocimiento y experiencia tiene para hacerlo?
Y ahora, para cerrar y como preámbulo para una próxima entrevista, me gustaría que nos hicieras un breve resumen sobre Aliar, la asociación que presides.
Muchas gracias por esa pregunta. ALIAR, la Asociación Latinoamericana de Inteligencia Artificial y Robótica, tiene como objetivo gestionar el conocimiento para sentar las bases de una comunidad sostenible. Hablamos de ciudades inteligentes y sostenibles, pero estamos lejos de tenerlas, especialmente en Latinoamérica. ALIAR busca alcanzar esas metas, no creando directamente ciudades inteligentes, sino estableciendo las bases a través de la gestión del conocimiento. Para lograrlo, necesitamos derribar muchos muros, superar muchos paradigmas y abordar tanto la academia como la industria. No es un reto fácil, pero ya hemos comenzado y estamos avanzando.
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