Amamos tanto a nuestros perros que queremos saber qué nos quieren decir. ¿Te imaginas tener una herramienta que te ayude a entender a tu mascota? Bueno, pues eso podría estar más cerca de lo que crees. ¿Ese gruñido significa que está feliz o asustado? Hasta el momento nos guiábamos por los consejos de algunos etólogos, pero ahora tendremos la oportunidad de acercarnos verdaderamente a lo que nos quieren transmitir con una herramienta mucho más directa y fácil.
Unos científicos de la Universidad de Michigan acaban de sacar un algoritmo de IA que traduce los ladridos de los perros y permite interpretar las emociones caninas, como felicidad o miedo, aunque por el momento no traduce palabras específicas. La IA fue preentrenada con grabaciones de conversaciones humanas y luego con ladridos de perros inducidos en diferentes situaciones.
En el estudio, se utilizaron distintos tipo de ladridos, así como diferentes razas, revelando que cada una de ellas podría tener su propio «acento» y eso ha ayudado a diferenciar el estado de ánimo canino, como por ejemplo: alegría, tristeza, miedo, aburrimiento o nerviosismo. El equipo de expertos programó el algoritmo de IA con estas grabaciones para enseñarle a reconocer y clasificar las emociones y particularidades raciales en los sonidos emitidos por los canes. El estudio, que aún se encuentra en revisión, puede convertirse en una herramienta útil para mejorar la comunicación entre humanos y nuestros perros.
Un vistazo histórico a la comunicación animal
Esta investigación no es pionera, ya que en 1890, Richard Garner usó por primera vez una tecnología para estudiar la comunicación animal, grabando sonidos de monos y observando sus reacciones. Años más tarde, hacia 1960, se realizó un experimento con un delfín llamado Peter. Fue dirigido por el neurocientífico John C. Lilly, durante el proyecto, Peter fue enseñado a imitar sonidos y tonos de voz humanos. Sin embargo, el proyecto también se hizo conocido por los aspectos éticamente cuestionables y las condiciones de vida del delfín, que finalmente llevaron a la controversia y al cierre del estudio.
Este tipo de tecnología no solo podría mejorar el bienestar y el entrenamiento de los perros, sino que también abre nuevas posibilidades para la investigación en comunicación entre especies. Este desarrollo podría extenderse a otros ámbitos, mejorando las interacciones humanas con diversas especies animales en contextos de terapia, rescate y más.
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