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Las herramientas de inteligencia artificial han dejado de ser simples asistentes técnicos para convertirse en auténticos protagonistas del entorno académico. Así lo ha demostrado Anthropic, con uno de los primeros estudios de gran escala sobre el uso de la IA por parte de los estudiantes.

Para este estudio, se han analizado más de 500.000 conversaciones anónimas entre estudiantes y Claude, en el contexto de los estudios académicos superiores de EE. UU. Los datos revelan una clara brecha disciplinar, ya que en áreas como la informática, con solo el 5,4% del alumnado, concentran el 38,6% de las conversaciones analizadas; por otro lado, campos como las humanidades, administración de empresas o salud tienen una presencia mucho menor de la esperada. Según el propio informe, esta diferencia podría deberse tanto a la familiaridad técnica de los estudiantes de STEM (siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) como a que «las fortalezas de Claude se alinean con las tareas frecuentes en programación, matemáticas y ciencias naturales».

El estudio también destaca cuatro grandes estilos de interacción con la IA, que aparecen con proporciones similares:

  • Interacción directa: los usuarios buscan una respuesta rápida y directa.
  • Interacción colaborativa: cuando el estudiante busca participar activamente en un diálogo para lograr su objetivo.
  • Resolución de problemas: el estudiante busca soluciones o explicaciones a preguntas.
  • Creación de contenido: buscan crear textos más extensos para presentaciones o ensayos.

Esta diversidad de uso contrasta con la rigidez de sistemas de búsqueda anteriores y da lugar a nuevos dilemas: ¿estamos ante una ampliación del aprendizaje o ante un atajo?

El uso de la IA para sustituir las funciones cognitivas de los estudiantes preocupa a Anthropic.

Uno de los temas más delicados sobre el uso académico de la IA es la delegación de funciones cognitivas a la IA por parte de los estudiantes. Para hacer este análisis, se han basado en la Taxonomía de Bloom, y los resultados sugieren que Claude ejecuta mayoritariamente tareas de nivel superior como crear (39,8%) y analizar (30,2%), mientras que recordar y comprender apenas representan el 12% de las interacciones. Esta inversión en el modelo tradicional de aprendizaje plantea un riesgo importante: “una pirámide invertida puede llegar a derrumbarse”, advierten los autores del estudio.

El uso de Claude por parte de los estudiantes no siempre es inocente y transparente; si bien muchas conversaciones apuntan a la comprensión de conceptos o a la mejora de algunos ensayos, también se detectaron casos en los que los usuarios pedían respuestas exactas a exámenes o reescribir textos para evitar el plagio. El estudio admite que el contexto es clave para interpretar cada caso, pero no esconde su preocupación en estos aspectos: «Estas prácticas plantean dudas importantes sobre la integridad académica y el desarrollo del pensamiento crítico”. Pese a estas tensiones relacionadas con este tema, el estudio también revela el potencial pedagógico de la IA cuando se emplea con criterio.

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Gerard Quintana

Periodista. Me encanta el periodismo y la tecnología.

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