Desde su ascenso en OpenAI hasta su aproximación a Donald Trump, Sam Altman navega por intrigas y alianzas en la corte de la inteligencia artificial, tejiendo una red de poder digna de Juego de Tronos, mientras enfrenta abandonos y rivalidades con figuras como Elon Musk.
Sam Altman emerge como un consejero astuto en el turbulento reino de la inteligencia artificial, digno de las intrigas de Juego de Tronos. Nacido en 1985 en Chicago, Altman ha escalado desde cofundador de OpenAI en 2015 hasta convertirse en su CEO, una posición que ha defendido con la tenacidad de un Stark frente a los desafíos del Desembarco del Rey. Su liderazgo, marcado por el lanzamiento de ChatGPT en 2022, que revolucionó la IA global, lo convirtió en una figura central, pero también en blanco de tensiones internas y externas, al estilo de las luchas por el Trono de Hierro.
La relación de Altman con Elon Musk, otro titán de la tecnología y cofundador de OpenAI, ha evolucionado de una alianza inicial en 2015 a un enfrentamiento épico, comparable a la rivalidad entre los Lannister y los Stark. Musk, que dejó OpenAI en 2018, ha demandado a Altman y a la compañía, acusándolos de abandonar la misión original sin fines de lucro, mientras su propia empresa, xAI, compite directamente con OpenAI. Esta disputa, exacerbada por el reciente intento de Musk de una OPA hostil sobre OpenAI este 2025, refleja una guerra de dragones por el control de la IA general (AGI), con Altman defendiendo su visión desde las sombras, como un Petyr Baelish jugando en múltiples bandos.
Sam Altman, tras ser brevemente destituido y luego reintegrado en OpenAI en 2023, ha consolidado su posición como CEO, enfrentando la salida de aliados clave como Ilya Sutskever y Mira Murati, en un drama que recuerda las traiciones en Poniente.
En los últimos meses, Altman ha estrechado lazos con Donald Trump, posicionándose como un aliado clave en la agenda tecnológica de la administración, similar a un consejero real que busca favor en el rey. Su participación en el proyecto Stargate, anunciado en enero de 2025, un plan de $500 mil millones para infraestructura de IA liderado por Trump, lo alinea con el líder republicano, mientras Musk, su rival, critica ferozmente la iniciativa desde las afueras del poder, como un exiliado Greyjoy. Esta cercanía con Trump ha fortalecido su red, pero también ha generado controversia, al ser visto como un jugador en el tablero político ultraderechista.
Otro pilar en su corte es Satya Nadella, CEO de Microsoft, cuyo respaldo financiero y computacional ha sido crucial para OpenAI desde 2019, con inversiones que superan los 13.000 millones de dólares. Nadella, como un aliado leal de los Tully, ha apoyado a Altman en momentos críticos, como el caos de 2023, cuando Altman fue brevemente destituido por la junta, pero reintegrado tras una presión masiva de empleados e inversores. Esta alianza ha permitido a Altman consolidar su poder, pero también ha generado tensiones, como las investigaciones del FTC sobre su relación con Microsoft.
Su reciente alianza con Donald Trump y Satya Nadella, junto a su enfrentamiento con Elon Musk, posiciona a Altman como un estratega en el tablero político y tecnológico, similar a Varys en su búsqueda por el equilibrio de poder.
Sin embargo, el camino de Altman no ha estado exento de pérdidas, al estilo de las traiciones en Poniente. Ilya Sutskever, cofundador y jefe científico de OpenAI, quien votó por su destitución en 2023 pero luego se retractó, abandonó la empresa en 2024, dejando un vacío en la investigación de AGI, como un desertor que abandona las filas de los Stark. Mira Murati, ex-CTO y líder interina durante el caos de 2023, también dejó OpenAI en 2024 para fundar su propia startup de IA, una deserción que recuerda a un noble de Dorne que busca su propio reino. A pesar de estas pérdidas, Greg Brockman, cofundador y presidente de OpenAI, ha permanecido leal, como un fiel Samwell Tarly junto a Jon Snow, manteniendo la estabilidad interna.
Las alianzas recientes de Altman, como su asociación con Oracle y SoftBank en Stargate, y los abandonos, como la salida de talentos clave, pintan un retrato de un líder que, al igual que Varys, juega en las sombras para mantener su trono, enfrentando a enemigos como Musk y navegando las turbulentas aguas de la política con Trump. Su visión para la AGI, descrita como el «santo grial» de la IA, sigue siendo su misión principal, una búsqueda tan mítica como el Cuerno de Joramun, mientras se prepara para las próximas batallas en este juego de tronos tecnológico.