Acabamos de celebrar el Primero de Mayo y asociaciones, sindicatos y partidos han dejado pasar una buena oportunidad para poner el foco sobre la cuarta revolución industrial en la que todos -sin excepción- estamos inmersos. El lema de este año ha sido “Reducir jornada y mejorar salarios”, que sin duda es un objetivo importante a corto plazo -y más al final de un ciclo inflacionista-. Pero se han olvidado de la necesidad urgente de reciclar y mejorar las habilidades de millones de empleados que en breve se enfrentarán al mayor desafío laboral de su generación.
La tecnología impacta laboralmente en dos tempos que siempre se repiten: una pérdida rápida de empleo a corto plazo y un crecimiento exponencial de mano de obra cualificada a medio plazo. En 1785 el telar mecánico terminó con el 90% de los trabajadores manuales, tres décadas después el número de trabajadores dedicado a la confección había crecido un 4.400%
El desarrollo de la IA en sus distintos niveles de complejidad y su impacto en la sociedad es imparable y nos obliga a actuar para adaptarnos y sobrevivir laboralmente. Así de crudo. Un ejemplo de adaptación: Los últimos linotipistas se jubilaron hace 30 años en El Correo de Zamora. La impresión Offset extinguió esa profesión y en su lugar en los diarios empezaron a contratar diseñadores gráficos. La digitalización impuso la web y el smartphone casi ha liquidado el soporte papel.
En los diarios han desembarcado nuevos perfiles profesionales adaptados a este entorno: analistas de datos, expertos en SEO y social media managers. Al lector de toda la vida se le llama usuario único y contar noticias cada vez en más difícil, por la obligación de atraer a un publico disperso y más ocupado en entretenerse que en informarse. Pero esa es otra historia.
Todos hemos oído hablar de Chat GPT o de Gemini y nos hemos sorprendido con las imágenes generadas a través de los prompts de Midjourney, pero no ha pasado de ser un entretenimiento que aún no sabemos cómo encajar en nuestras tareas diarias.
Tenemos la necesidad urgente de reciclar y mejorar las habilidades de millones de empleados
Empezamos a intuir el sonido de un tren que se acerca, pero los modelos de AGI a los que nos encaminamos (Inteligencia Artificial General, capaz de razonar y tener conciencia) nos parecen aún ciencia ficción. No prestamos atención a pesar de que hay constantes señales. Un informe reciente de Ramstand Reserch asegura que en los próximos diez años la IA destruiría 400.000 empleos netos. El mismo informe apunta a que en el medio plazo se crearán 1,6 millones de trabajos cualificados. La historia del telar se repite.
La única forma de hacer frente a este desafío, es abordar un ambicioso plan de adaptación profesional que implique a todos los eslabones de la cadena. Todas las organizaciones deberían trabajar para que la formación en IA se potencie en las escuelas, en las ingenierías y sobre todo en las empresas. La formación va a ser la única vía de supervivencia laboral para miles de trabajadores asombrados que miran parados en el centro de la vía las luces de ese tren que se acerca a toda velocidad.