Siempre se habla de estar en el lugar correcto, en el momento adecuado. Y la semana pasada pudimos ver la concatenación de varios acontecimientos que pueden hacer historia –para bien– en materia de inteligencia artificial y cambio climático. Pero eso va a ir en detrimento de Estados Unidos y de algunas decisiones clave que la administración Trump ha decidido llevar a cabo. ¿Tecno-optimista? No. Sin embargo, observando el panorama, creo que se cuecen cosas muy interesantes. Así que, vayamos por partes.
Primero, DeepSeek, ha puesto patas arriba a la escena tecnológica. Pero no por su funcionamiento de cara al público –que también–, sino que, aparentemente, el algoritmo es mucho más eficiente energéticamente. Consume menos recursos que ChatGPT –se estima que cada consulta que le hacemos a la IA equivale a dos horas de una bombilla encendida y 500 litros de agua para refrigerar los sistemas–. Por primera vez, aún con sus sombras y sus detalles por esclarecer, China y DeepSeek han dado un golpe sobre la mesa: ¿estamos ante el primer paso de una IA sostenible y que genere menos emisiones? Las primeras informaciones reportan que ya sería hasta un 96,4% más económica que el modelo de lenguaje ChatGPT o1. Y ofrece unas respuestas muy similares. Aunque, eso sí, hay que esperar a ver realmente si estas cifras son ciertas –aunque viendo el papel de China en materia de descarbonización, no serían de extrañar–.
Antes de responder con un “sí” o “no”, hay que ver el papel de China en la lucha contra el cambio climático. Pero también, a nivel geopolítico, la oportunidad de oro que les supone ganar la carrera de la descarbonización, y más después de que el señor Trump retirase –de forma efectiva, y a partir de 2026– a su país de los Acuerdos de París.
La lucha de China por la descarbonización
Seguidamente, me acuerdo de que en su momento, China dijo que cumpliría con sus objetivos climáticos más allá de 2050. En un primer momento, nadie confiaba que uno de los países que más emisiones generaban, se descarbonizara. Pero aunque a fecha de 2025, siguen siendo los que más emiten, son los que generan récord de instalación de energías renovables para, precisamente, dejar de usar carbón y combustibles fósiles.
Pero no sólo se queda ahí la cosa: siguen batiendo récords en la producción de energía de fusión nuclear que, recordemos que no genera ni residuos ni emisiones, pues es un circuito cerrado donde se produce la energía. Y aunque todavía estemos lejos de tener esto implementado, cierto es que estamos más cerca de lo que habríamos podido soñar en décadas.
En resumen, de cara a China, me da la impresión de que han fingido ser “los tontos de la clase” para después sacar más nota en el examen que el que más farda de lo listo que es. Y oye, las cifras lo exponen de manera muy clara: en 2023 instalaron 216,9 gigavatios de energía solar –más que el resto del mundo junto–, mientras que en 2024 ya acumulan 887GW de potencia solar y otros 512GW de energía eólica. Simplemente, es una barbaridad.
Los datos de EE UU en cambio climático
¿Qué hace EE UU en cambio, en materia de instalación de energías renovables? En eólica, 148,02GW en 2023. En solar, 139,21GW en 2023. Dos más dos son cuatro.
Uno de los primeros reportajes que he podido ver al respecto de DeepSeek, ha sido en el la cuenta de DW Environment –la cuenta de la TV pública alemana, dedicada al medio ambiente–, y ellos planteaban la siguiente pregunta, con la siguiente respuesta: “¿Estamos a las puertas de ver una IA que sea realmente climate-friendly? Vamos a decir un rotundo ‘Es posible’”.
Yo, sin embargo, subo la apuesta y digo que sí. Y los motivos son dos: por una parte, toda tecnología, con el tiempo, se hace más eficiente. Pensemos, sino, en los ordenadores primigenios que ocupaban habitaciones enteras y ahora con un iPhone podemos hacer muchísimo más. Segundo, aunque consuma mucha energía, si la IA se alimenta de fuentes renovables y que no emiten CO2, por mucho que consultemos, ¿dónde estarán las emisiones? Es cierto que el agua ya es un tema distinto.
Aunque actualmente se use refrigeración en sistemas cerrados, tampoco me va a sorprender que se invente un líquido que, con unos pocos litros, pueda enfriar grandes cantidades de circuitos. Y si es China quién ha dado el pistoletazo de salida en la carrera de “la IA sostenible”, quizás ahora el enfoque se cambie a nivel global, y la verdadera innovación ya no sea “quién contesta mejor las respuestas”, sino “quién gasta menos a la hora de contestar”.
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