Ayer tuve una conversación muy interesante con un médico del Hospital de Bellvitge, quien me habló sobre los avances en el uso de inteligencia artificial en la atención médica. Me explicó cómo están aplicando algoritmos de IA, específicamente en el campo de la radiómica, para estudiar características imperceptibles en imágenes médicas. Aplicaciones que ayudan a detectar detalles que el ojo humano no puede ver, como pequeñas lesiones, mejorando así el diagnóstico y tratamiento.
Sus explicaciones evolucionaron en cómo la IA va a comportar importantes cambios en la investigación, en los procesos de hospitalarios y farmacéuticos y otros actores de la salud. Lo hacia con entusiasmo inusual, enfatizando que la IA les permitía tomar decisiones más precisas sobre tratamientos y medicación, en monitorizar los signos vitales de pacientes críticos, pudiendo detectar cambios sutiles y alertarles si los factores de riesgo aumentan, mejorando así la seguridad del paciente. También argumentó las razones por las que la IA asumirá un rol destacado en la medicina personalizada y en la telemedicina con consultas y monitoreo remoto.
Se deben considerar los posibles sesgos, la falta de transparencia, la privacidad de los datos y las cuestiones de seguridad y responsabilidad en la IA aplicada a la medicina
Mi interlocutor finalizó recordando un informe de IBM sobre cómo la IA puede transformar la atención médica, en él se indicaba que según la Escuela de Salud Pública de Harvard, el uso de IA en diagnósticos podía reducir los costos de tratamiento en un 50% y mejorar los resultados en un 40%, a pesar de estar solo en los inicios. El informe también explicita que el mercado de la atención médica basada en IA, valorado en 11 mil millones de dólares en 2021, alcanzaria los 187 mil millones en 2030. Datos que obligan a analizar en detalle este horizonte cercano y, a mi entender, la necesidad urgente de establecer una gobernanza ética y normativa de la IA en salud considerando los posibles sesgos, la falta de transparencia, la privacidad de los datos y las cuestiones de seguridad y responsabilidad.
La conversación me hizo recordar el informe de la OMS del 2021, titulado ‘Ethics and governance of artificial intelligence for health‘. Un documento que destaca seis principios para garantizar que la IA se utilice en beneficio del público en todo el mundo. También presenta recomendaciones para asegurar que la gobernanza de la IA maximice su potencial, haciendo que tanto el sector público como el privado sean responsables y respondan a las comunidades y trabajadores de la salud que usarán esta tecnología.
Todos, tanto médicos como ciudadanos, deberíamos involucrarnos sin demora en la evolución de esta tecnología
Reflexionando sobre el diálogo con el médico me reafirmó en mi convicción de que, dado que la IA se está volviendo omnipresente en todos los sectores, es imprescindible desarrollar una gobernanza sólida que maximice su potencial mientras se asume la responsabilidad ética. Creo que todos, tanto profesionales como ciudadanos, deberíamos involucrarnos sin demora en la evolución de esta tecnología para garantizar su uso adecuado y responsable.