No adoptar la IA en la industria puede comportar una menor competitividad, más errores por dificultades en el mantenimiento preventivo y una mayor ineficiencia en la cadena de suministro
La semana pasada hablé con compañeros ingenieros industriales. El encuentro tenía por objetivo poner en común la idoneidad de los planes de estudio y si tenía razón la segmentación actual en las ingenierías, o era mejor el ingeniero industrial generalista con especialización a partir de tercer curso. A lo largo de la conversación, uno de ellos afirmó, «la IA no es sólo un avance tecnológico, es una ventaja competitiva ya que permite, a las que la integren, ser más sostenibles. innovadoras, productivas, rentables y sostenibles». La frase no generó controversia ni debate, probablemente porque nos conocemos y sabíamos que, teniendo opiniones distantes sobre la IA, el debate sería largo e impediría centrarnos en el objetivo del encuentro.
La ausencia de debate sobre el hecho que la inteligencia artificial está transformando la industria en todos sus niveles, desde la optimización de la producción hasta la toma de decisión, comportó que nos emplazásemos a tratar el tema y me incentivó a reflexionar sobre las razones para integrar IA en la industria para aportar debate en nuestro próximo encuentro y que comparto a continuación.
Cómo puede ayudar la IA a la industria
Considerando las experiencias divulgadas y las propias en el uso de las IA, así como las conversaciones con desarrolladores de IA, pocas dudas pueden existir en que la IA integrada en las máquinas posibilita que estas trabajen más rápido y con menos errores, permitiendo a la vez reducir costes al optimizar el consumo de energía, materias primas y mantenimiento. Los algoritmos también facilitan una mejora en la calidad al poder detectar defectos antes de que lleguen al consumidor y optimizan la toma de decisiones, al ayudar mediante el análisis de las informaciones en tiempo real y acelerando las actuaciones frente a las problemáticas.
Los beneficios de la IA no se limitan a la producción, también los hacen en el mantenimiento y la seguridad, al predecir averías y detectar condiciones anómalas en equipos y entornos, mediante el análisis de patrones de desgaste y sensores, reduciendo paradas imprevistas y averías. Además, contribuye a reducir los riesgos laborales mediante robots autónomos. A la vez, pueden tener un impacto significativo en las áreas administrativas y financieras, al automatizar tareas repetitivas como la facturación y la gestión documental, lo que mejora la eficiencia y reduce errores. Además, facilita la detección de riesgos financieros y la identificación de oportunidades de inversión mediante el análisis de datos. Sus aportaciones llegan también al Consejo de Administración ayudando en la toma de decisiones informadas, simulando escenarios, evaluando cambios en producción y del mercado, mediante modelos predictivos basadas en datos e informaciones.
Todo apunta que existen riesgos si no se adopta la IA en la industria, no hacerlo puede comportar una menor competitividad, más errores por dificultades en el mantenimiento preventivo y costes por averías, ineficiencia en la cadena de suministro y pérdida de capacidad de innovación con afectación a los clientes. Pero su implementación exige definir claramente los objetivos a alcanzar, analizar y organizar los datos, implementar la IA de forma progresiva mediante proyectos piloto y de forma integrada con los sistemas existentes, capacitar a los equipos mediante la formación adecuada, gestionar de forma continua ajustando los sistemas y tomando en consideración los valores y cultura de la organización así como los aspectos normativos propios y los aspectos éticos.
