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Joana Barbany, presidenta del Clúster Digital, presentó a las cuatro ponentes que protagonizaron la mesa redonda de los Premios Paréntesis: Mariola Dinarés, Montserrat Rigall, Xantal Llavina y Àurea Rodríguez. Todas mujeres, todas con trayectorias muy distintas, pero un mismo empeño: explicar la inteligencia artificial sin perder de vista su impacto social.

«Cuanto más encorsetados seamos, más sustituibles», advirtió la periodista Mariola Dinarés al arrancar el debate. Añadió que, por esta razón, «cuando tengo que ejercer de presentadora, hago algo un poco loco porque digo: esto no lo haría la IA”. Mariola es creadora del videopodcast ‘Popap’ de 3Cat. En él, defiende precisamente un estilo comunicativo cercano, eso sí: «sin decir la palabra ‘tecnología’ para no espantar al público».

El papel de la IA en los medios

La conversación se estructuró en cuatro grandes ejes. En el primero, dedicado al papel de los medios, Montserrat Rigall, jefa de programas de Ràdio 4 (RNE), recordó la experiencia de RTVE con voces sintéticas para cubrir las elecciones en municipios de menos de mil habitantes. Ante la pregunta de si la IA podría ser mejor que los propios humanos, Rigall respondió que «la pasión y la emoción son insustituibles; la máquina puede ayudar, pero siempre hace falta supervisión humana». También quiso hacer una reflexión sobre quién ostenta el «ministerio de la verdad» en los medios de comunicación, que resonó en la sala como una llamada a la responsabilidad periodística.

La alfabetización digital es imprescindible

El segundo bloque abordó la alfabetización digital y la necesidad de cerrar brechas. Xantal Llavina, directora del programa ‘Revolució 4.0’ de Catalunya Ràdio, reivindicó la divulgación como servicio público: «Tenemos que explicar las herramientas de forma comprensible para que nadie se quede fuera».

En la tercera parte, dedicada a la creación de contenidos, emergió el concepto de «pintar con palabras». Àurea Rodríguez, directora regional del EIT Culture & Creativity y autora de los libros: ‘El liderazgo de las hormigas‘ y ‘Antes muerta que sin IA‘. Rodríguez trazó un paralelismo entre el lienzo en blanco y el ‘prompt’: «Estamos pintando con palabras; la IA es una nueva forma de expresarnos, pero detrás siempre tiene que haber personas y ética».

¿Qué nos depara el futuro?

El cuarto y último bloque giró en torno al futuro. Dinarés vaticinó que los móviles desaparecerán de nuestros bolsillos y conversaremos directamente con los sistemas. Llavina apuntó a la irrupción de Sora, el modelo de OpenAI que genera vídeo, como el próximo terremoto para la industria audiovisual. Rigall sueña con una herramienta capaz de destapar, en tiempo real, las mentiras de los políticos: «Que el móvil te avise cuando un dato es falso».

Más allá de las predicciones, el consenso fue claro: la IA es ya inseparable de la vida cotidiana y su adopción masiva exige pensamiento crítico, formación continua y narrativa humana. «La comunicación de la tecnología tiene que ser sexy», resumió Llavina. Tal vez ésa sea la mejor brújula: hacer comprensible lo complejo sin renunciar a la emoción que ninguna máquina, por sofisticada que sea, puede imitar por completo.

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Gerard Quintana

Periodista. Me encanta el periodismo y la tecnología.

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