Últimamente hablamos mucho sobre los problemas de la educación y sus desajustes con la sociedad 4.0, así como de la posible reducción de las habilidades y conocimientos necesarios por la irrupción de la Inteligencia Artificial. Algunos pedagogos, antropólogos y expertos en IA afirman que, si no actuamos de manera adecuada y no adaptamos la formación, corremos el riesgo de que se reduzcan nuestras capacidades cognitivas. Esto nos dejaría en una situación de vulnerabilidad ante circunstancias imprevistas en las que la IA no esté disponible. En otras palabras, no debemos permitir que nuestras habilidades de conocimiento, análisis y discernimiento se vean mermadas porque, de hacerlo, perdemos autonomía y pensamiento crítico, lo que nos haría más vulnerables y reduciría nuestra capacidad creativa elementos que nos definen como seres humanos.
La IA debe ser una herramienta complementaria, no un sustituto de nuestras capacidades. Por ello, hay que usarla para potenciar nuestras habilidades intelectuales en lugar de reemplazarlas e incorporarla en la educación, sabiendo que si no se hace adecuadamente podría tener un impacto negativo en al comportar que los estudiantes se conviertan en dependientes de la IA y pierdan habilidades importantes; que surjan brechas de equidad o aumente la discriminación y pérdida de privacidad o aumento de la polarización fruto de las informaciones falsas. Ahora bien, si se implementa la IA de forma correcta en la educación puede permitir, que se personalice la misma y ayude a que cada persona desarrolle al máximo sus capacidades.
Utilizar la IA en los procesos educativos, además de posibilitar que los profesores se centren en aspectos más estratégicos y la requerida interacción con los estudiantes, articulándola como tutor virtual, permitirá ayudar a ofrecer a cada estudiante una atención individualizada; adaptar el contenido y el ritmo de la formación a las necesidades específicas de cada estudiante, así como identificar las áreas de mejora; aportar nuevas herramientas y formas de trabajo para aprender y adquirir experiencia de forma simbiótica; fomentar la creatividad y potenciar las capacidades cognitivas. Es decir, las habilidades mentales que nos permiten procesar información, comprender el mundo e interactuar con él de manera efectiva. Capacidades esenciales para el aprendizaje continuo, la toma de decisiones, la resolución de problemas y la adaptación a nuevas situaciones.
El objetivo debe ser lograr un equilibrio entre el uso de tecnología y el rol de los profesores aprovechando el potencial de la IA para mejorar la educación, hacerla más accesible y lograr un aprendizaje más personalizado y profundo.
La IA no es una amenaza, es una herramienta poderosa que puede complementar y enriquecer la labor de los profesores, cotrabajando con ella, creando un modelo educativo más enriquecedor prometedor para todos los estudiantes.
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