Cuando se trata de implementar la IA, es importante entender que hay dos niveles principales en los que trabajar. Por un lado, las soluciones a medida, que permiten un ajuste específico a las necesidades y procesos de una organización, aunque requieran una inversión significativa de recursos y se prolonguen en el tiempo. Por otro lado, herramientas existentes en el mercado que, analizadas e incorporadas de manera estratégica, pueden ofrecer beneficios inmediatos.
Las soluciones y herramientas genéricas pueden ser muy potentes cuando se utilizan como base para construir una estrategia personalizada. El reto no es que estas herramientas sean ineficaces, sino que su aplicación directa a casuísticas muy variadas puede limitar su potencial.
El Mínimo Común Denominador: la tarea
Integrar la IA no es simplemente un ejercicio tecnológico, sino una transformación que exige una comprensión profunda de cómo trabajan los equipos, cuáles son sus ritmos y a qué retos y tareas se enfrentan en su día a día. Así pues, el mix de herramientas se construye para la organización, pero también para cada departamento, cada rol e incluso cada tarea.
No se trata de automatizar todo, sino de eliminar barreras que actualmente complican el trabajo y ralentizan los flujos, como la revisión manual de contenidos o las discrepancias en el estilo
Cada tarea dentro de un proceso de trabajo puede desarrollarse de forma mucho más ágil si se tienen en cuenta el contexto y las necesidades específicas que la definen. Por ejemplo, en un departamento de comunicación, la incorporación de la IA puede facilitar la redacción inicial de notas de prensa, la corrección y adaptación de textos al tono corporativo, o la traducción automática a diversos idiomas. No se trata de automatizar todo, sino de eliminar barreras que actualmente complican el trabajo y ralentizan los flujos, como la revisión manual de contenidos o las discrepancias en el estilo.
Estas herramientas permiten a los equipos concentrarse en áreas donde su aportación creativa genera más valor
De igual manera, un equipo audiovisual que trabaja en contenidos para múltiples plataformas puede beneficiarse del uso de herramientas de IA para automatizar la creación de transcripciones, adaptar materiales a diferentes formatos, o incluso editar secuencias básicas. Estas herramientas no solo ayudan a acelerar tareas concretas, sino que también permiten a los equipos concentrarse en áreas donde su aportación creativa genera más valor.
En ambos casos, factores como los idiomas de trabajo, la información inicial disponible, el estilo comunicativo o la calidad esperada del resultado final son determinantes a la hora de elegir qué herramientas utilizar. Además, es clave fomentar la colaboración entre equipos para aprovechar sinergias y abordar retos comunes con soluciones compartidas, maximizando así el impacto global de la implementación de la IA.
Hacer un uso inteligente de las herramientas genéricas
Las herramientas genéricas de IA pueden ser increíblemente versátiles y potentes. Pero su verdadero valor surge cuando se utilizan como parte de una estrategia personalizada. Por ejemplo, una misma herramienta puede tener aplicaciones diferentes en un departamento de marketing y en uno audiovisual. El reto es encontrar el mix adecuado para maximizar el impacto. Por ello, es fundamental que los profesionales que asesoran sobre la implementación de herramientas de IA conozcan a fondo el sector y la realidad concreta de la empresa, los equipos y sus tareas. Más allá de recomendar herramientas, deben comprender las dinámicas específicas del día a día para garantizar que las soluciones sean prácticas y adaptadas. Esta comprensión es clave para asegurar que la tecnología mejore procesos y resultados, poniendo en valor el trabajo de los equipos.
La consultoría en IA debe comprender las dinámicas específicas del día a día para garantizar que las soluciones sean prácticas y adaptadas
Un equilibrio entre innovación y adaptación
Incorporar la IA es un viaje que combina tecnología, personas y estrategia. No se trata solo de ser más rápidos o eficientes, sino de comprender cómo estas herramientas pueden desbloquear el potencial de los equipos y ofrecerles la oportunidad de afrontar nuevos retos. La clave está en comenzar con pasos pequeños pero claros, integrando herramientas que ya pueden marcar la diferencia y abriendo camino hacia soluciones más específicas. Es fundamental entender que este es un proceso constante, ya que los equipos se enfrentan a nuevos desafíos diariamente, y las herramientas evolucionan, aparecen y desaparecen. Esto exige la capacidad de reaccionar ante esta evolución permanente y asumir que una herramienta útil hoy podría no serlo mañana, y que eso es parte natural del proceso.