La música lo-fi, conocida por su carácter relajante y minimalista, ha conquistado a millones de oyentes que buscan una banda sonora para concentrarse o desconectar. Sin embargo, lo que parecía un género orgánico podría estar transformándose en un producto tecnológico. Un reciente vídeo de un influencer musical en TikTok ha puesto en duda la autenticidad de algunos de los canales más populares del género en YouTube, sugiriendo que la inteligencia artificial podría estar detrás de muchas de estas producciones.
Uno de los casos señalados es el canal “what is?”, que desde su creación en septiembre de este año ha acumulado más de 130.000 suscriptores y millones de visualizaciones en sus vídeos. Este canal, especializado en mezclas instrumentales de jazz y lo-fi, ha levantado sospechas debido a la ausencia de créditos a artistas humanos en sus listas de reproducción. Además, un comentario sugería que el canal usaba Suno, una herramienta de generación musical por IA, fue marcado con un me gusta por el propio canal, lo que muchos interpretaron como una confirmación tácita.
El creador del vídeo en TikTok fue más allá y utilizó Suno para recrear una lista de reproducción de música chill lo-fi, encontrando similitudes notables con los contenidos del canal señalado. Este descubrimiento encendió el debate sobre el papel de la inteligencia artificial en un género conocido por su sencillez y patrones repetitivos.
La reacción del público fue variada. Mientras algunos temen que la música generada por IA desplace a los músicos reales, otros argumentan que el lo-fi siempre ha tenido un estilo predecible que podría considerarse cercano a lo automatizado. A nivel económico, la accesibilidad de herramientas como Suno está impulsando tutoriales que enseñan a monetizar música generada por IA en YouTube, lo que ha suscitado preguntas sobre su impacto en la industria y la remuneración justa de los artistas.
El caso de “what is ?” ilustra el reto que plantea la inteligencia artificial en la música: aunque abre nuevas posibilidades creativas, también desata un debate sobre el valor del arte y el lugar de los músicos humanos en una era cada vez más automatizada.
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