Google ha lanzado recientemente Gemini, su respuesta al ChatGPT de OpenAI, un chatbot de IA altamente inteligente que ha impresionado a muchos con sus capacidades. Sin embargo, algunos usuarios no pueden evitar sentir que Gemini está más poblado por «fantasmas» que una casa embrujada, según Gizmodo.
Ethan Mollick, profesor de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, describió su experiencia con Gemini, afirmando que, al igual que GPT-4, está «lleno de fantasmas». Mollick señala que hay una extrañeza en GPT-4 que no se siente como hablar con un programa; es la ilusión de tener a una persona al otro lado, a pesar de que no hay nadie.
Esta percepción de «fantasmas» se refiere a la apariencia de características humanas en el texto nebuloso y vago de los chatbots de IA. Aunque estas IA a menudo producen alucinaciones y frases torpes que revelan su naturaleza robótica, a veces es posible reconocer vagamente rasgos humanos. Mollick señala que Gemini tiene una «personalidad» diferente a la de ChatGPT, pareciendo más amigable y juguetón con las palabras.
La nueva IA de Google, Gemini, ha generado un debate sobre la presencia de «fantasmas» en su sistema, según lo reportado por Gizmodo, planteando interrogantes sobre la naturaleza de las inteligencias artificiales avanzadas.
La idea de que los chatbots poderosos puedan ser conscientes ha persistido, especialmente después de que Google despidiera al ingeniero Blake Lemoine por afirmar que la IA de la compañía estaba viva. Aunque la comunidad científica ha rechazado rápidamente estas afirmaciones, el debate sobre la sentiencia de las IA sigue vigente.
Investigadores de Microsoft no afirman que GPT-4 esté vivo, pero sí reconocen que muestra «chispas» de cognición a nivel humano. En un estudio titulado Chispas de Inteligencia General Artificial, examinaron cómo el LLM detrás de ChatGPT podía comprender emociones, explicarse y razonar con las personas.
Aunque hay un amplio acuerdo científico en que los modelos de lenguaje grande no están vivos, hay un creciente grupo de personas que creen que las IA no están lejos de alcanzar la sentiencia. Esta percepción de «fantasmas» en la máquina plantea preguntas profundas sobre nuestra relación con la tecnología y la naturaleza de la inteligencia artificial.
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