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La semana pasada se produjo la visualización de un posible cambio de paradigma en el mundo de la inteligencia artificial. La irrupción la IA DeepSeek ha puesto en duda las normas establecidas por las grandes tecnológicas estadounidenses. Unos cambios potenciales que, por un lado, generaron inquietud, preocupación y fuertes caídas en la bolsa de algunas tecnologías (Nvidia cayó alrededor del 14% si bien se recupero un 8,82% con rapidez) y, por otro, despertaron esperanzas de democratización y ruptura de monopolios. La responsable fue la empresa china DeepSeek AI, la cual, con su inteligencia artificial del mismo nombre, ha evidenciado que puede competir con los software de OpenAI al haber sido desarrollado con coste significativamente más bajo y  en un menor  tiempo de desarrollo;  tener mejor rendimiento, -menores costos computacionales y menor consumo energético-; estar desarrollada con código abierto lo que permite que cualquiera pueda acceder al modelo y adaptarlo a sus necesidades, -sin dejar de considerar los aspectos asociados a que China regula fuertemente la tecnología. Aspectos que podrían implicar una democratización de la IA.

De forma muy sintética, y a la espera de cómo evolucionan los test que empresas, corporaciones, científicos, tecnólogos y personas individuales están realizando, se puede afirmar que DeepSeek puede marcar un antes y un después en el mundo de la IA. Ya que no solo mejora el rendimiento de la inteligencia artificial, sino que lo hace con un menor consumo energético y utilizando menos recursos de procesamiento, esto es posible gracias a técnicas de compresión y optimización de redes neuronales que permiten reducir la precisión numérica de los pesos y activaciones del modelo disminuyendo la memoria necesaria y acelerando los cálculos sin perdida significativa de precisión, también disminuir el tamaño de las redes neuronales sin comprometer excesivamente el rendimiento. Aspectos que evidencian que la IA puede ser más accesible y sostenible, abriendo nuevas oportunidades para las pymes y los países en desarrollo.

Con todas las reservas, debemos considerar que estamos entrando en una nueva fase de competencia tecnológica global, donde nuevos actores con modelos más pequeños, abiertos, especializados y eficientes podrían provocar una reducción de precios, facilitando su impacto directo en la productividad empresarial a gran escala. Mientras tanto, las grandes tecnológicas podrían seguir apostando por la investigación en inteligencia artificial general (AGI), invirtiendo grandes cantidades de dinero, haciendo sus modelos más accesibles y entrando en una competencia de reducción de precios y reajuste de sus modelos de negocio.

Ahora bien, lo que no se puede olvidar es que la competencia, hoy por hoy, es entre China y Estados Unidos, mientras la Unión Europea observa con expectación, no exentas grandes resistencias al cambio, preguntándose si estamos sólo ante la irrupción de nuevas herramientas para aumentar la productividad y la sustitución de humanos por IA, o si nos adentramos en una nueva batalla geopolítica por la hegemonía tecnológica y un simple cambio de amos.

Sea cual sea la respuesta, es preciso,  a título individual y colectivo, vencer la resistencia al cambio y asumir la necesidad de hacer las cosas de forma diferente, Hay que hacerlo sabiendo que la resistencia al cambio sólo esta movida para protegernos de las incertidumbres, de la pérdida de control, del miedo al error, al fracaso o la crítica social por ir a contracorriente o avanzarse a los tiempos. Es preciso vencer la resistencia porque estamos en la transición hacia un futuro incierto e impredecible y gestionar el cambió de manera efectiva innovando porque es la única vía de alcanzar cotas más altas de progreso y autonomía en libertad.

Foto por Solen Feyissa en Unsplash

Antoni Garrell Guiu

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.

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