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Cuando ves todo lo que la IA está aportando y puede aportar al futuro de las empresas, te quedas absolutamente impresionado.

De entrada, dejarme decir que, por lo menos en el mundo empresarial, una de las partes del nombre, “Inteligencia”, no me gusta. Para mí, “Inteligencia” supone ciertamente “Saber” y “Conocimiento”, pero también es igualmente importante la parte de juicio de valor, de emoción y de espíritu que aporta la Supraconciencia o Conciencia no local, y eso nunca lo podrán simular. Entiendo que por eso lo compensan con la otra palabra “Artificial”. Lo que hace la IA no es aportar inteligencia, sino conocimiento. Yo le llamaría “Conocimiento Artificial”. Pero como mi reflexión no tendrá repercusión, sigo con el nombre IA.

Si vemos la historia de hace solo 40 años, observamos que hemos avanzado a marchas forzadas en este cambio de rol de personas y organizaciones en la empresa. Desde el predominio de las tareas repetitivas y mecánicas que no aportaban casi valor, hemos evolucionado en diversas fases hasta la eficiencia de los actuales ERP, OCR o CRM, por poner un ejemplo. Por no hablar de los cambios y avances en el área de producción. Los que peinamos canas y no somos de IT sabemos el trabajo que hemos tenido para adaptarnos a la celeridad con que unas herramientas sustituían a otras que justo acabábamos de asimilar.

La IA en la empresa viene a dar continuidad a esta evolución y es la respuesta y solución a esta época absolutamente cambiante y dinámica que, aceleradamente, nos toca vivir. Hoy en día, tenemos que tomar decisiones cada vez más rápidas y realizar cambios de estrategia frecuentes en todos los niveles de responsabilidad empresarial, algo que antes no era necesario, y que requiere más y mejores análisis y una visión amplia de las diferentes opciones a seguir.

El DG deberá estar más atento a la estrategia y a su necesaria variabilidad, y dejar otras funcionalidades de decisión en manos de las Direcciones Operativas, que, a su vez, deberán delegar en los equipos tareas de análisis y estudio que posiblemente antes realizaban. Los equipos, a su vez, realizarán tareas más de control, supervisión e interpretación que antes no hacían y se apoyarán en la IA para la realización de los procesos repetitivos y la confección de datos. Dichos equipos, deben adoptar, en su área, un perfil más proactivo y de aportación de valor y análisis, y al mismo tiempo, controlar y gestionar la IA en los procesos que realiza. Como vemos, se apunta a un cambio en cadena de la funcionalidad.

La decisión, a cualquier nivel, necesita hoy en día una gran cantidad de datos que deben manejarse. En este punto, como agua de mayo, nos llega esta herramienta que es la IA, para aportar eficiencia en los procesos y proporcionar a las personas con responsabilidad, a cualquier nivel, la capacidad de tomar decisiones fluidas sin guiarse en demasía por la intuición.

Las personas, pues, aportan valor e inteligencia, y las máquinas, conocimiento a partir de datos históricos y eficiencia de procesamiento.

Adicionalmente, soy de la opinión de que las empresas, con la incorporación de IA, no deben buscar un ahorro en el coste de personal, sino un incremento de negocio y de productividad a través de la mejora de la diversidad o del incremento de la diferenciación de su propuesta. En este contexto, las personas han de ser aún más imprescindibles, ya que deben aportar valor, y eso no es solo para la dirección de la empresa, sino también para los equipos.

Es necesario, antes de incorporar la IA, quizás alegremente o empujados por el lógico interés de las empresas de tecnología, pensar muy bien cómo cambiamos o incorporamos funcionalidades en todas las tareas de nuestra organización. Lo que se llama la gestión del cambio.

Para hacerlo bien, se requiere un plan de acción que proponga en detalle los cambios y el timing en la funcionalidad que paulatinamente asumirá la IA, las funciones que con estos cambios deben hacer las personas, y las nuevas tareas de aportación de valor que, adicionalmente, deben asumir esas personas.

A su vez, hay que conseguir también que toda la organización vea la IA en positivo y con ilusión, no como la mayoría lo ve ahora, que es cuesta arriba y pensando con preocupación en el futuro colectivo y personal.

Para llevar a cabo esta gestión del cambio, hay que conocer a fondo cómo funcionaba hasta ahora una empresa, en lo que se refiere a procesos y funciones, y haberlo gestionado y trabajado a fondo en muchas ocasiones. Hay que conocer asimismo el mundo de los RRHH y saber cómo conquistar a la organización para acoger la IA en positivo. Ello permitirá proyectar la evolución y el objetivo final de la nueva funcionalidad con IA y conseguir el éxito. Sin esa experiencia y conocimiento, se puede hacer igualmente, pero será sin los resultados positivos que de otra forma tendríamos. Hay que trabajarlo bien, porque la empresa se juega mucho.

Soy consciente de que los que sois directivos de empresa en este momento pensáis que este conocimiento ya lo tenéis, y quién mejor que vosotros para llevar a cabo la gestión del cambio en vuestra empresa. Yo también lo pensaba en su momento cuando era directivo, y ahora reconozco que estaba equivocado. La visión externa, imparcial y no contaminada de alguien centrado exclusivamente en el proyecto del cambio, con el perfil y la experiencia adecuados, y con vuestro seguimiento, creo que es la fórmula correcta para llevar a buen puerto el objetivo. Espero que esta reflexión os sea de utilidad, y quedo a vuestra disposición para profundizar en ello en cada caso o empresa en particular, si lo consideráis interesante.

 

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Jordi Matas

Economista y Consultor Empresarial | Especialista en IA | Mentoring & Coaching | Corporate Finance & M&A. Ha sido Director General y Director Corporativo en empresas nacionales e internacionales como Agbar, Custo Barcelona y Bunge. Formado en la Universidad de Barcelona y ESADE, ha impartido diversos seminarios en IESE.

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