Ahora que todo el mundo habla de IA, es muy tentador incluir este reclamo en el marketing de cualquier producto. Quién sabe si llegaremos a ver unos langostinos a la IA, un tendedero que te avisa cuando el vecino de arriba está haciendo una barbacoa o, a saber, una mesa que te indica el lugar más óptimo para colocar la bandeja de canapés. Pero, aunque la definición técnica de IA no está nada clara, no todo vale.
Y en Estados Unidos ya han reparado en esta práctica y han comenzado a limitarla, ya que en algunos casos se podría calificar directamente de engaño. En este sentido, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) ha tomado cartas en el asunto contra dos compañías que habían visto en el término ‘IA’ el reclamo perfecto: Delphia Inc y Global Predictions usaron el reclamo cuando, en realidad, no habían introducido ninguna herramienta de inteligencia artificial a su producto.
Y estas prácticas de publicidad engañosa podrían llegar a costarles hasta 400.000 dólares de sanción a las compañías que utilicen el término «IA» como reclamo sin incorporar ninguna innovación relacionada con esta tecnología. Es lo que les ha ocurrido a Delphia Inc y Global Predictions, que se enfrentan ahora a las consecuencias de su «AI washing».
Como señala al Financial Times Gurbir Grewal, director de la división de cumplimiento de la SEC, «las compañías deben tener cuidado al hacer afirmaciones sobre el uso de la IA, especialmente cuando esas afirmaciones pueden inducir a error a los inversores». El «AI washing» se está convirtiendo en una tendencia preocupante que puede erosionar la confianza de los consumidores y empañar el potencial real de la inteligencia artificial.
La tecnología siempre se ha usado como reclamo, pero en la actualidad, con el ruido mediático que rodea a la IA, parece que algunas empresas no pueden resistir la tentación de subirse al carro, aunque sea de forma artificial. Desde aplicaciones móviles hasta fondos de inversión, muchos están sucumbiendo a la moda de la IA, aunque su producto no tenga nada que ver con ella.
De momento, Europa no ha movido ficha en este sentido, aunque en algunos casos bastará con aplicar el reglamento actual para cada caso concreto. Sin embargo, si el «AI washing» sigue creciendo, no sería de extrañar que las autoridades europeas también decidan intervenir para proteger a los consumidores y asegurar que la IA se utiliza de forma transparente y responsable. Al fin y al cabo, como apunta Grewal, la IA es una tecnología prometedora que, bien aplicada, tiene mucho que aportar a la sociedad, pero las empresas deben ser honestas sobre su uso real para no decepcionar las expectativas de los usuarios.
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