El año 2023 se caracterizó por un notable incremento en las inversiones destinadas a la inteligencia artificial (IA) y la tecnología climática dentro del sector energético. Este fenómeno no solo se observó en Estados Unidos, donde se registró un crecimiento en la financiación para el transporte electrificado, las fuentes de energía renovable y las mejoras en la red eléctrica, sino también en Europa y China, que se posicionan como actores clave con inversiones sustanciales en tecnologías similares.
Las compañías energéticas están adoptando cada vez más la IA para mejorar los servicios al cliente y gestionar de manera más eficaz los datos propietarios. Se anticipa un aumento en las tecnologías de infraestructura de IA diseñadas para apoyar los centros de datos y reducir la carga sobre las redes eléctricas, lo que subraya la creciente integración de soluciones digitales en la infraestructura energética tradicional.
El sector energético experimenta un auge en las inversiones en inteligencia artificial y tecnología climática, marcando un hito en la transición hacia una energía más limpia y eficiente.
Un ejemplo destacado de esta tendencia es Amperon, una empresa con sede en Houston, que aseguró una financiación de Serie B de 20 millones de dólares para desarrollar aún más la IA destinada a las previsiones de demanda de electricidad y la descarbonización de la red. La IA se está convirtiendo en una herramienta crucial para los líderes de la industria energética, como subraya Sean Kelly, CEO de Amperon.
Además, empresas emergentes como Context Labs y Welligence están aprovechando la IA para analizar las emisiones y monitorear la producción de petróleo y gas, lo que ha llevado a importantes asociaciones, incluidas las establecidas con Microsoft. Estas colaboraciones no solo destacan la importancia de la IA en la optimización de los procesos energéticos existentes, sino también en la promoción de prácticas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Este impulso hacia la innovación en IA y tecnología climática en el sector energético no solo refleja un compromiso con la transición energética, sino que también abre nuevas avenidas para la eficiencia, la sostenibilidad y la resiliencia en un mundo cada vez más impulsado por la tecnología.
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