El diseñador Oliver Reichenstein ha lanzado una crítica incisiva al fenómeno emergente del arte generado por inteligencia artificial (IA), comparándolo con la fotografía de stock en términos de su accesibilidad y omnipresencia. Sin embargo, señala que, al igual que todo lo barato y fácil, el arte de IA viene con sus propios compromisos.
El uso de la IA puede conducir a grandes visuales, pero las imágenes rápidas generadas por IA a menudo carecen de realismo, profundidad y originalidad. Estas deficiencias pueden perjudicar la calidad y la confianza en el contenido. Reichenstein argumenta que las imágenes de IA hacen que el público piense: “Si usan IA barata para las imágenes, probablemente la usen para el resto también”, planteando preguntas sobre la autenticidad del contenido y el carácter en general.
Oliver Reichenstein ofrece una crítica aguda al arte de IA, comparándolo con las imágenes de stock y destacando sus limitaciones en cuanto a originalidad y profundidad.
Una crítica clave es que las imágenes de IA son fácilmente reconocibles y tienden a parecerse entre sí. Aunque pueden parecer estéticamente atractivas al principio, rápidamente se reconocen como imágenes de IA y eso es todo lo que comunican. Reichenstein compara una imagen de héroe de IA con un comediante que abre un programa con un chiste de «toc-toc», sugiriendo que las imágenes malas pueden robar el alma de un artículo.
Además, el arte de IA a menudo carece de emoción o del toque detallado que tienen las fotos reales o los gráficos personalizados. Muchas veces, simplemente se sienten espeluznantes. Este aspecto se ve exacerbado por la tendencia de la IA a mezclar categorías que no pertenecen juntas, lo que puede resultar en imágenes perturbadoras o sin sentido.
Reichenstein también aborda los problemas éticos relacionados con el uso de imágenes de IA, como el sesgo cultural, la autenticidad y los derechos de autor. Estos son asuntos legales y éticos reales que merecen consideración. Por ejemplo, muchas imágenes de IA utilizan figuras estereotipadas y pueden plantear problemas de derechos de autor.
Reichenstein sugiere que el advenimiento de la IA no debería verse como un desafío, sino como una oportunidad para cuestionar la comunicación vacía y estimular una nueva ola de creatividad humana e innovación artesanal en la narración verbal y visual. El arte de IA, como las imágenes de stock, no puede reemplazar la selección reflexiva en la comunicación. Cada imagen debe ser cuidadosamente elegida y colocada en el contexto adecuado, asegurando que tanto las palabras como las visuales sean poderosas y significativas.
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