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Vivimos inmersos en una transformación acelerada que afecta profundamente al mundo del trabajo, la comunicación y la generación de conocimiento. En este nuevo contexto, adecuar la formación a las exigencias de la sociedad digital, con la Inteligencia Artificial omnipresente, no es ya una opción estratégica, es una necesidad urgente, estructural y de país. La educación debe ser capaz de anticipar los cambios y preparar a la ciudadanía -no sólo a la más joven- para vivir y desarrollarse en un mundo altamente tecnológico, interconectado y en constante evolución.

Cómo debe ser la la formación y cómo debe afrontarse, fue el debate de hace unos días en el que participé junto a profesores, antropólogos e ingenieros desarrolladoras de Inteligencia Artificial. El debate, en el que nos obligamos a llegar a conclusiones y propuestas, no estuvo exento de discrepancias y visiones complementarias lo que nos permitió concluir que el proceso de transformación no puede realizarse de manera improvisada, sino que exige ser afrontado con una planificación de tres fases a corto, medio y largo plazo. Cada una responde a necesidades diferentes pero interconectadas, y todas son indispensables para un cambio real y sostenible.

A corto Plazo (12 meses): ajustar contenidos bàsicos

La primera Fase, de aplicación inmediata, debería comportar la introducción de forma transversal, en todos los estudios, -independientemente del ámbito- contenidos relacionados con las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), así como nociones de inteligencia artificial, filosofía y sociología. Esta combinación no es aleatoria sino que tiene por objetivo garantizar una base técnica sólida, pero también proporcionar herramientas para el pensamiento crítico, la comprensión social y la reflexión ética.

En un mundo digitalizado es igual de importante comprender las implicaciones humanas, sociales y políticas de las tecnologías que diseñamos y usamos

En un mundo digitalizado, no basta con saber programar o entender cómo funciona un algoritmo, es igual de importante comprender las implicaciones humanas, sociales y políticas de las tecnologías que diseñamos y usamos. Por eso, formar personas capaces de analizar la realidad desde una mirada amplia, crítica y responsable es hoy más urgente que nunca.

Medio plazo (24 meses): personalización del aprendizaje con IA

La segunda etapa, con un horizonte de implantación de unos veinticuatro meses, debería centrarse en la personalización del aprendizaje. Las tecnologías de inteligencia artificial y los entornos virtuales permiten hoy desarrollar sistemas educativos que se adapten al perfil de cada estudiante: su nivel de conocimientos, su ritmo de aprendizaje, sus habilidades cognitivas y sus intereses vocacionales.

La personalización incrementaría la motivación, reduciría el abandono y permitiría que cada persona alcanzara su máximo potencial

Esta personalización no solo mejoraría la eficiencia del proceso educativo, sino que también incrementaría la motivación, reduciría el abandono y permitiría que cada persona alcanzara su máximo potencial, al posibilitar al profesorado centrase en lo realmente importante, es decir ayudar a los alumnos a creer en sus capacidades sabiendo que cada alumno es diferente y requiere adaptar la forma de comunicarse y enseñar para que este quiera aprender más al descubrir la importancia del saber. La educación deja así de ser un sistema uniforme, que tiende a la medianía, para convertirse en un ecosistema flexible, inclusivo y centrado en el desarrollo integral de la persona.

Largo plazo (36 meses): reforma estructural de los programas educativos

Finalmente, en un horizonte de tres años, es necesario emprender una reforma estructural en profundidad de los programas educativos, tanto en la enseñanza general como en la superior. Esta reforma debe tener dos ejes principales:

  1. Superar la dicotomía entre ciencias y letras, apostando por una formación integrada e interdisciplinar que refleje la complejidad del mundo contemporáneo. La creatividad, la lógica, la expresión, el análisis de datos, la geografía e historia y la filosofía deben convivir en un mismo currículo.
  2. Revisar la oferta universitaria, reduciendo la proliferación de grados excesivamente especializados que no se ajustan a las necesidades reales del mercado laboral. En su lugar, se debe apostar por carreras generalistas, con itinerarios modulables y flexibles, que permitan a los estudiantes adaptarse a un entorno laboral cambiante y desarrollar trayectorias profesionales y personales más ricas y resilientes.

Tres fases para transformar la formación, asumiendo, esta fue la conclusión del debate al que hice referencia, que adecuar la formación a la sociedad digital no es un reto meramente educativo, es un desafío de país que afecta a nuestra competitividad, cohesión social y bienestar futuro.

Si no actuamos con visión, urgencia y compromiso, corremos el riesgo de dejar a toda una generación sin las herramientas necesarias para afrontar los desafíos del siglo XXI. Pero si lo hacemos bien, podemos convertir este reto en una gran oportunidad de transformación colectiva.

Antoni Garrell Guiu

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.
Antoni Garrell Guiu

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.

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