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Esta semana se ha iniciado un camino hacia el pasado de la mano de unos aranceles exagerados que perjudicarán a la sociedad más vulnerable: la que debe trabajar para vivir, la que se esfuerza por educar a sus hijos con dedicación y constancia. Unos aranceles que encarecen los productos importados de todo tipo, lo cual generará inflación en sectores dependientes de insumos extranjeros y con el riesgo que el proteccionismo comporte menos presión para innovar, lo que puede reducir la calidad de los productos. Un regreso al pasado que era una crónica anunciada.

«El proteccionismo podría comportar una menor presión para innovar»

La necesidad de lograr una autonomía tecnológica e industrial se hizo evidente durante la pandemia de COVID-19. Sin embargo, poco aprendimos más allá de no dejar caer empresas. No se han implementado políticas industriales reales ni se ha aprovechado el impulso de los avances técnico-científicos para un progreso económico y social sostenible. Tampoco se han desarrollado planes efectivos para avanzar, de manera gradual, hacia la autonomía tecnológica necesaria para ser competitivos. Los fondos Next Generation no han llegado a las PYMES ni han tenido un enfoque estratégico que promueva la innovación y la competitividad.

La guerra comercial ha comenzado, su impacto en la economía global y en las relaciones comerciales será significativo. El futuro depende de cómo evolucione la política internacional, las decisiones de los países involucrados y la presión interna sobre sus gobiernos, especialmente la oposición interna en EEUU. Lo que está claro es que los aranceles aumentarán el coste de los productos importados y que las cadenas de suministro globales deberán reconfigurarse, lo que obligará a buscar nuevos proveedores en otros países. Además, las tensiones diplomáticas aumentarán, lo que podría prolongar o escalar esta vuelta a la «normalidad» de un mundo más fragmentado.

«Lo positivo es la necesidad de que la UE sea más una unión y menos 27 estados»

Si bien los efectos negativos de estos aranceles serán considerables, hay algo positivo que debería surgir es la necesidad de que la Unión Europea sea más una unión y menos 27 estados, aunque hoy por hoy esto parece imposible. Solo con un mayor nivel de integración y cohesión política sería posible alcanzar una mayor coherencia en la toma de decisiones, fortalecer las negociaciones internacionales y encontrar soluciones comunes a problemas comunes. De esta forma, la Unión podría aumentar su potencial económico mediante políticas fiscales comunes, la integración de los mercados laborales y la promoción de una economía sectorial más competitiva e innovadora. Además sería posible gestionar las crisis de manera más eficaz y no depender de decisiones aisladas que solo retrasan las soluciones.

En un mundo interconectado, es más necesario que nunca que los países miembros de la UE trabajen juntos, cedan autonomía y abandonando las viejas dinámicas de intereses nacionales descoordinados. Solo de esta forma se podrá hacer frente a los retos globales y asegurar un futuro más próspero para todos.

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Antoni Garrell Guiu

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.

Ingeniero industrial especialista en temas de tecnología, innovación y economía del conocimiento.
Antoni Garrell Guiu

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