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Angustia, temor o también llamada comúnmente “exceso de futuro”: la ansiedad es un sentimiento naturalmente presente en el ser humano que surge cuando no se puede controlar una situación. O bien, cuando se está expuesto a una cantidad demasiado aberrante de información sobre un tema, que induce a pensar que todo va a terminar como el rosario de la Aurora.

La IA genera ansiedad entre la población

Aunque parezca mentira, la inteligencia artificial ya genera ansiedad entre la población. Tiene todos los ingredientes para conformar el cóctel perfecto: tecnología nueva, con un desarrollo extremadamente rápido, y unos discursos que —si se malinterpretan— inducen a titulares sensacionalistas que señalan que esta herramienta va a ser “el fin de la humanidad” o que “nos va a llevar a la extinción”. Si bien hay toda una escala de grises —en los discursos de la IA— que llevan hasta este oscuro extremo, tenemos la suerte de que Arnold Schwarzenegger se va a quedar dentro de la pantalla y no nos llamará al timbre.

«La IA tiene todos los ingredientes para conformar el cóctel perfecto: tecnología nueva, con un desarrollo extremadamente rápido, y unos discursos que —si se malinterpretan— inducen a titulares sensacionalistas»

Tecnoestrés, ansiedad algorítmica o ansiedad frente a los algoritmos son algunas de las expresiones que surgen para catalogar este nuevo conjunto de ansiedades. Y no es precisamente algo banal, pues la ansiedad es el secuestro perfecto para nuestro cerebro. Todo nuevo fenómeno que no podemos controlar, junto con un contexto de información colapsista, nos lleva a nuestro propio colapso mental. La IA no es lo único que genera nuevas ansiedades: las pandemias o el cambio climático —término acuñado como ecoansiedad— son algunos de los detonantes que más han resonado en los últimos años.

«La ansiedad es el secuestro perfecto para nuestro cerebro»

¿Se puede combatir la ansiedad frente a esta tecnología? Yo digo que sí, de forma rotunda. Y la clave no es otra que conocer toda la situación y relativizar todos los hechos. Además, es importante observar todos los “pros” y los “contras” y ver cómo estos ya se están aplicando en la vida real. Por último, hay que mentalizarse de que toda historieta que nos montemos en nuestra cabeza y que no ha sucedido solo está en nuestra mente. En el momento en que ocurra, ya se adoptarán las soluciones. Escribo esto no como psicólogo, sino como paciente muy experimentado. Por tanto, tomémonos esto como una charla entre dos amigos: uno que ha ido a terapia —quien da consejos— y otro que quiere empezarla —y no sabe qué se va a encontrar—. Así pues, vamos a ilustrar un poco el panorama.

Del «boom» de la IA a la preocupación por el trabajo

2022 fue un año de auténtico “boom”: IA que crea música, imágenes, texto; la mejora de los “deepfakes”; modelos que se actualizaban cada semana… Fue un momento en el que nos dimos cuenta de que la tecnología evolucionaba muy rápidamente y tenía muchas más aplicaciones. En ese contexto —sobre todo en el sector artístico— surgieron las primeras grandes preocupaciones sobre el hecho de que un robot podría sustituir a un ilustrador o a un dibujante, o a un actor de doblaje, por poner ejemplos.

Un año más tarde, sale a la luz una carta en la que se pedía “un parón de seis meses”. Cantidades inconmensurables de titulares resonaban diciendo que la IA “podía acabar con la humanidad”. Sin embargo, dejadme deciros que esto no fue del todo así. Un riesgo para la humanidad, en términos estrictos, es algo nuevo, que no se puede controlar y legislar de primeras, y que, dada su rápida evolución, acaba por desencadenar un descontrol, ya que no conocemos los escenarios a los que nos puede llevar.

En un artículo publicado en WIRED —y cuya lectura recomiendo—, el director del Future of Life Institute —quienes lanzaron la petición para detener el desarrollo durante seis meses—, Max Tegmark, afirmó que el objetivo era “legitimar la conversación sobre los peligros de la tecnología, hasta el hecho de que podía volverse contra la humanidad”. Evidentemente, si no hay una regulación al respecto, la IA puede ponerse al frente del control de armas automatizadas, como drones. También puede suplantar identidades de manera muy sencilla. Si todo el mundo cayera en este tipo de prácticas, estaríamos en un escenario completamente diferente del que tenemos ahora mismo. Pero, en ese mismo artículo, hay una frase que me gustaría destacar: “los detractores catastrofistas de la IA se apropiaron de la narrativa de la carta”.

El tremendismo versus el tecno-optimismo

Defínase como “colapsismo” aquel modo de pensar que induce al caos, la muerte, la destrucción, la catástrofe dogmática y la idea de que “no hay nada que hacer para salvarnos el trasero”. Miedo y ansiedad se apoderan de quienes leen o escuchan mensajes de este tipo, pues es el tremendismo por definición. En contraposición, está la vertiente del “tecno-optimismo”. O, como me gusta llamarlo a mí, “esa retórica de gurús tecnológicos que viven en mansiones de millones de dólares, cuya máxima preocupación es seleccionar limones para exprimir en un vaso de agua y que todo el rato repiten cosas como ‘What a time to live’, cuando se han creado su propia burbuja”. Ni tanto ni tan poco. Porque estos últimos te lo pintan todo de color de rosa y te hacen creer que la Guerra de Gaza es un show de comedia.

Los algoritmos actuales ya existían sobre el papel desde los años ochenta; solo que ahora los podemos usar gracias a la potencia de cálculo

Sin embargo, cuando volvemos a la realidad —con todo lo malo y lo bueno—, podemos observar mejor el panorama. Cuando estuve trabajando para Crónica Global, tuve la oportunidad de entrevistar a expertos en la materia. Todos coincidieron en que los algoritmos actuales ya existían —sobre el papel— desde los años ochenta. Solo que ahora, gracias a la potencia de cálculo y la capacidad de almacenamiento, la IA es capaz de crear todo lo que vemos que es capaz de crear.

Algunas de las aplicaciones reales que ya podemos ver, después de toda la explosión de 2022, son: Apple Intelligence —y cómo los dispositivos serán más capaces y no requerirán conexión constante con granjas de ordenadores—, la posibilidad de hacer un PowerPoint a partir de un documento de Word, tener la información ordenada y expuesta de una manera distinta gracias a la interfaz de ChatGPT e, incluso, agilizar trámites o ayudar al sector médico a detectar patologías de forma más precisa mediante imágenes.

Adicionalmente, hay que tener presente una cosa: todo cambio tecnológico comporta un cambio en el orden de los trabajos. La revolución industrial, la llegada de los automóviles o de las máquinas cosechadoras, e incluso las cafeteras automáticas. Se reemplazan empleos y se abren nuevos campos que todavía ni conocemos. Y dentro de 15 o 20 años estaremos trabajando en cosas que jamás nos plantearíamos ahora. (Y si no, pregúntale a tu abuela si, cuando era joven, se imaginaba TikTok y todo lo que ha conllevado).

«Es importante no adelantarse al futuro y conocer el terreno de juego lo máximo posible»

Por último, me gustaría aclarar que no estamos en un escenario ideal, en el sentido de que nos queda mucho trabajo por hacer, desde los límites éticos hasta las propias regulaciones. Sin embargo, es muy importante relativizar todo, observar y conocer qué se está llevando a cabo. De lo contrario, el miedo y la ansiedad nos paralizarán. Y, si dejamos que eso ocurra, bien cierto será que no podremos hacer gran cosa. Por el momento, mi último consejo es no adelantarse al futuro y conocer el terreno de juego lo máximo posible para ir con seguridad y que nada nos pille por sorpresa. Y, si lo hace, seamos analíticos y estrategas.

Periodista tecnológico y científico especialista en IA y cambio climático

Antoni Mateu Arrom

Soy periodista especializado en ciencia y tecnología. La IA y el cambio climático son dos de mis grandes especialidades. Aunque también la tecnología de consumo y sus aplicaciones en el día a día, también son mi debilidad. Creo en esta profesión como una manera de divulgar conocimiento.

Soy periodista especializado en ciencia y tecnología. La IA y el cambio climático son dos de mis grandes especialidades. Aunque también la tecnología de consumo y sus aplicaciones en el día a día, también son mi debilidad. Creo en esta profesión como una manera de divulgar conocimiento. En especial, de cara a la IA y todos los retos que supone, es de vital importancia conocer a la perfección todo el terreno, entender, y hacer todo lo posible para que esta nos facilite, incluso aquellas cosas a las que les dedicamos menos atención.
Antoni Mateu Arrom

Soy periodista especializado en ciencia y tecnología. La IA y el cambio climático son dos de mis grandes especialidades. Aunque también la tecnología de consumo y sus aplicaciones en el día a día, también son mi debilidad. Creo en esta profesión como una manera de divulgar conocimiento.