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El sueño de todos los cineastas es plasmar su guion en su película. Muchas veces se plantean: «¿cuánto de mi idea original se transforma en una película?». Los optimistas dicen —encuestado— que un veinte por ciento de lo soñado. Los porcentajes restantes se van por el sumidero del escaso presupuesto, la falta de experiencia, la interpretación del director, los plazos, el plan de rodaje, el casting, la meteorología, el equipo, la falta de equipo, la inacción creativa, la mediocridad, las localizaciones, la autocensura o la magia que se ausenta el día necesario. Son muchos factores y no todos son hijos de Doña Imprevisión y Don Procrastinador o su padrino, Míster Business. La IA generativa de video puede cambiar esta cifra. Casi está lista. Casi es lista. Para el show business.

En la revolución ofimática, que nos llevó al ordenador personal, el salto productivo estuvo en el WYSIWYG, What You See is What You Get, nada de letras verdes de hacker en un fondo negro, lo que veo en pantalla es lo que la impresora va a imprimir en un papel de árbol talado en el mundo real. La correspondencia entre la pantalla y la realidad era una maqueta que se hace papel como yo lo quiero ver, como si fuera de verdad. El camino a la productividad. Y borrar lo que no me gusta o las faltas de ortografía o compaginación tantas veces como queramos sin dejar rastros aparentes de nuestras equivocaciones. Undo y a imprimir, que son dos días.

Hoy en los videos de IA se agazapa la revolución creativa y productiva. Se avecina un WYTWYG, What You Think is What You Get, lo que piensas es lo que sale. El guion de pronto, prompts arriba y abajo, se encarna en la historia soñada en un paso. Las implicaciones en la industria audiovisual son calamitosas, revolucionarias y misteriosas. Hoy hemos llegado al salvaje Oeste y de nuevo llega una época de pioneros. Y los creadores o adaptadores de contenidos, los guionistas, ya sienten que su hora ha llegado. Las novelas ya no serían diferentes de su adaptación cinematográfica, ¿o sí?

Tres problemas gordos se presentan:

  1. Más que la inteligencia de la IA, ¿cómo se ha entrenado esa IA? ¿Está creando, a pesar de las GANs (Redes Antagonistas Generadoras), lo que yo sueño o lo que imaginó e hizo otro autor? ¿Esos autores deben compartir crédito con el autor último y la IA? ¿Dónde se diluye el plagio con el homenaje o la intertextualidad?
  2. Y la interfaz para conseguirlo. ¿Bastará el lenguaje natural? No parece que los controles deslizantes de saturación, contraste o luminosidad de una secuencia sean ya suficientes. Muchas IA generativas nos introducen en nuevos parámetros para obtener resultados. El seed, la semillita, ese número de lotería de algunos softwares generativos para conseguir continuidad entre planos cinematográficos no parece suficiente para el control creativo. Muchos grupos de investigación, privados y universitarios, están trabajando en nuevos controles de interficie para modificar estas imágenes y videos de acuerdo a los sueños de los autores. A lo mejor tendrán que entrenar sus propias fuentes de creación.
  3. También hay un hecho diferencial: que el autor pida en prompts, prompts a la IA, para que consiga lo que quiere, aplicando prompts mejorados con IA para exprimir los resultados deseados. Si la IA lo consigue, ¿está dirigiendo la IA o está respondiendo a las claves de entrenamiento de sus creadores? ¿Quién dirige? Prompt crisis in paradise.

En todo caso, en muchos semilleros de guionistas, existe una inquietud. ¿Hemos acabado con la dictadura de la producción? Si te empollas manuales ya obsoletos, como el gratuito DALL·E 2 Prompt Book, y sabes así cómo entrenaron el árbol gigante de estilos y acabados, puedes exprimir resultados sorprendentes y preexistentes adaptados a tus deseos. Los guionistas o autores ven cómo pueden saltar el proceso de producción y conseguir la obra soñada.

Cabe pensar, entonces, que la cantidad entierre a la calidad. Pero por pura cantidad rotas, temporalmente, las barreras presupuestarias, habrá éxitos y obras maestras de la creación. Volverá el cine de autor en su acepción más rigurosa. Pero la crisis industrial será enorme.  Como cuando en los festivales de cortos cinematográficos, allá por finales del siglo pasado, se prohibían los cortos en video, por competencia desleal presupuestaria con los de 16 o 35 mm fotoquímicos y “verdaderos” y “caros”. ¿Se prohibirá a concurso la IA en los festivales de cortos tradicionales de nacientes cineastas? ¿Pasará al mainstream del cine ya?

Chejov estaría contento. Ya no tendrá que soltar «es una obra muy buena, solo que no es lo que yo he escrito». Ya no pondría en escena Stanislavski una versión genial de La gaviota, pero que no se parece en nada a lo que pensó el autor.

La venganza del guionista puede ser amarga, pero está fascinando al mundo audiovisual, pisando el terreno desconocido de la fascinación del espectador, que observa cómo Hollywood se plantea si es necesario construir más platós para un camino empedrado de prompts (un año calculo para recoger el término de alguna manera en la RAE, ¿pronte? y ahorrarnos la cursiva al prontear).

Miguel Ángel Martín-Pascual

Responsable de investigación y desarrollo en el Instituto RTVE.

Responsable de investigación y desarrollo en el Instituto RTVE

PD. Nota sobre el estado de la cuestión en octubre de 2024. Uno de los portales más activos en la formación y creación de videos con IA, Curious Refuge, ha convocado un premio de videos IA de terror por Halloween. Vean unos pocos de los treinta videos presentados por estudiantes de Comunicación Audiovisual de la Universitat Autónoma de Barcelona, con solo unos centenares de prompts y usando versiones gratuitas (¡!): como pequeña muestra, un cumpleaños repetido en soledad de Samuel Pons; o PIXAR revisitado en un monstruoso restaurante, por Nuria Oviedo; o lo peligroso de soñar con palomas de Huc Gil. Full IA de cineastas. Buen provecho.